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Dicky & Ricky «Misión de rescate en los columpios»


Dicky & Ricky agentes secretos

Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.

Misión de rescate en los columpios

Las voces de ¡Ayuda! y ¡Socorro! llegaban del otro lado del parque. No sabía exactamente el motivo y las mujeres que a duo así gritaban parecían cada vez más asustadas. El camino más corto desde mi posición hacia ellas era volver sobre nuestros pasos y cruzar por el puente del estanque. A mi señal Dicky me llevó casi corriendo hasta el paso y en menos de un minuto ya estábamos al pie de los desconsolados gritos. Por las voces ahora completamente nítidas identifique que eran de tres mujeres mayores, las típicas abuelas que llevan a los nietos a los columpios, donde precisamente estábamos ahora.

De ese coro polifónico conseguí separar a la voz más templada para que me explicara la situación. La buena mujer, algo sorprendida por el interés de un invidente y su perro lazarillo, me dijo que un tercer niño, sin que ellas se hubieran dado cuenta, había trepado por una especie de árbol hecho con una red y que una vez arriba se había quedado agarrotado incapaz de volver a bajar. No me hizo falta preguntar si había alguien más que pudiera subir por las cuerdas y bajar al pequeño, serian sobre las cuatro de la tarde y contando a Dicky éramos ocho.

Bueno, mientras mi perro seguía aguantando caricias y abrazos de los dos pequeños, yo me encaminé hasta esa atracción de cuerdas para intentar bajar al precoz escalador hasta el campamento base. Afortunadamente el duo de sopranos había dejado de gritar viendo, seguramente estupefactas, como su amiga me iba dando las indicaciones durante mi ascensión. En cuanto controle el balanceo de las cuerdas, agarrado literalmente de pies y manos, no tuve mayor problema en ir acercándome al asustado crio que jadeante oía ya respirar encima de mí.

En cuanto lo trinqué con un brazo y se sintió bien agarrado, el pequeño travieso sin conocerme de nada se agarró de mi cuello con sus bracitos como si fuera un medallón humano. En el descenso, aunque yo ya sabía bien como poner los pies y la mano libre, lo hice casi a cámara lenta para asegurarme de no meter la pata a última hora y también para darle un poco más de emoción a este salvamento. Al llegar al suelo me pareció oír aplausos, pero igual solo fue en mi imaginación. La bronca de la abuela al niño fue como para que volviera a trepar por la red, vaya genio el de la buena señora; menos mal que, cuando la criatura empezó a llorar desconsoladamente, se le pasó plantándole dos sonoros besos.

Las tres mujeres seguro que se quedaron con mi cara, los niños con la de Dicky, y yo con el olor de todos ellos. Así que a partir de ese día, cada vez que volvíamos al parque, Dicky (que es el más listo de nosotros dos) me avisaba de su presencia. Y si estaban en grupo, como la última vez, astutamente me empezaba a cambiar la dirección del arnés para evitarse la previsible sesión de sobeteo; los niños le gustan de uno en uno, no de dos en dos y mucho menos de tres en tres.


Autor:

La imaginación nos brinda todo aquello la vida nos pueda negar y más...

3 comentarios sobre “Dicky & Ricky «Misión de rescate en los columpios»

  1. ¡Hola, JM! En esta ocasión un relato más de acción que de investigación, pero que va consolidando esa personalidad tan particular de Rick, e incluso la de Dick, con esa frase final tan divertida respecto a los niños. Un abrazo!

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